__La hora más blanca __

 

LA HORA MÁS BLANCA

Penetro el oscuro orificio de tu entraña. Tanteo la humedad de tus convulsas paredes. El rítmico fluir de tu marea me sorprende. Me sumerjo en tu ácida hondura. Duermes. Estoy perdido en tu frondoso vacío desvelado por tu respirar acompasado. Tus venas encendidas alumbran mi soledad. Recuesto mi desánimo en tu tronco, tu suave corteza de avellanos y abedules. Escarbo en la tierra hasta encontrar mi raíz hecha cenizas, el vaho de tu nostalgia enturbia la ausencia de mi ser.  Pensaba que la nada era el vacío. Pero el vacío está lleno de tu aire, tu agua, tu sabor

Caigo en un letargo. Me siento cansado de tanto esperar. El tiempo es todo lo que tengo. Sueño con mis huesos, mi piel, mi pelo. Mi cuerpo flexible, estilizado. Tu olor de pino y jara. Tu sudor malva. Pero estoy solo, acurrucado en el anochecer de tus ingles blancas, abandonado por el ligero temblor del deseo.

Desciendo hacia lo profundo hasta bordear lo inaccesible de tu vulva plateada. Buceo por tu canal de aguas cenagosas hasta ver la luz. Y es allí donde la humedad del vértigo despierta mi sentir. Donde tu entraña se hace visible a mi mirada y refleja mi apariencia sin cuerpo, sin ojos, sin rostro, sin destino.

Fluyo con tu sangre, mi sangre. La que finge ser mía, la que simula y semeja, la que plagia y reproduce, la que roba identidad. La impostora que sabe, conoce y recuerda. Me disuelvo en tu salitre, tu humedad, tu fuga seminal, tu visibilidad.

Y en la hora más blanca, despierto sobresaltado. Estoy atrapado por tu ser. Todavía no soy tuyo, ni tú mía. No me sientes, no te siento. Pero estoy atrapado por tu ser. El sueño es mi único anhelo, mi única salida.

Porque vivo en ti: en tu agua, en tu tierra, en tu aire, en tu fuego, en tu amanecer.

Marga Clark
Madrid, 2004